En más de una ocasión hemos escuchado en el internet o en la televisión alguna noticia sobre los hoyos negros, esas regiones que poseen una fuerza gravitacional tan alta que ni siquiera la luz puede escapar de ellas. De ahí la fama y el nombre. Pero estos no son los únicos hoyos que hay en el universo, ya que si pensamos en el concepto de hoyo o agujero como indicativo de algo faltante o de una cavidad y trasladamos esta idea a los plasmas espaciales que tienen un campo magnético asociado, entonces bien podríamos pensar que el campo magnético es capaz de tener hoyos. Algo así ocurre en el plasma que llena el espacio entre los planetas llamado medio interplanetario, donde han sido detectados hoyos magnéticos desde los años setentas. Estos hoyos han sido definidos como depresiones o cavidades en la intensidad del campo magnético que puede disminuir su valor hasta en un 90%.
Desde que los científicos tienen acceso a mediciones de campo magnético obtenidas por misiones espaciales, los hoyos magnéticos se han observado en el viento solar, las fundas planetarias, los cometas y en algunas regiones internas de la magnetósfera. Se han propuesto diferentes teorías para explicar su origen, siendo la más aceptada la que plantea que los hoyos son resultado de perturbaciones en el plasma debidas a un desbalance de presiones. Otra teoría sugiere que se forman debido a cambios en la orientación del campo magnético. Una característica de los hoyos magnéticos es que no se mueven por si mismos, sino que son arrastrados por el plasma ambiente. Esto último los hace muy interesantes, pues al formarse en un lugar y viajar a otro, los hoyos magnéticos proveen información de la región donde se originan aunque esta no se conozca con certeza. Si se formaron en el punto A y una nave los observa en el punto B (que podría estar a muchos kilómetros de distancia), es posible tener información de los dos puntos A y B aunque la nave nunca haya pasado por A.
En una colaboración internacional donde participó una científica mexicana, se estudiaron hoyos magnéticos en el espacio interplanetario usando datos recolectados por la misión Magnetospheric Multiscale (MMS) a lo largo de 8 meses. Se encontró que se observan poco más de 2 hoyos magnéticos por día, a distancias de entre 15 y 30 radios terrestre (1 radio terrestre equivale a 6,371 km). Esto significa que estaban fuera de la magnetósfera, lejos del planeta. De hecho, la mayoría se encontraron a distancias de entre 22 y 24 radios terrestres. Aunque la mayoría de los hoyos observados tuvieron duraciones de entre 5 y 15 segundos, algunos se observaron hasta por 100 segundos. Los científicos identificaron que los hoyos estudiados podían organizarse en tres categorías: 1) los que contenían material más frío que sus alrededores, 2) aquellos con material más caliente y 3) los que tenían un cambio en la dirección del campo magnético. Este resultado apoya la idea de que los hoyos pueden formarse por diferentes causas, justo como mencionamos antes. ¿De qué depende que se formen por un mecanismo u otro? Todavía no lo sabemos, pero parte de la comunidad científica en las ciencias espaciales está tratando de construir un modelo de los hoyos magnéticos que pueda describir su comportamiento en todo el Sistema Solar.
La próxima vez que leas una noticia sobre hoyos negros, sabrás que no son los únicos agujeros en el universo.
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