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Cráteres de
impacto

por Alberto Flandes

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Las imágenes A-D muestran la secuencia de un impacto de una esfera de hierro (de 2.5 cm de diámetro) en arena fina a cerca de 18 m/s (ó 29 km/h) tomada con una cámara de alta velocidad. El cráter producido por este impacto (de casi 5 cm de diámetro) se muestra en la imagen E. La imagen F corresponde a un cráter de 500 m de diámetro observado dentro de otro mucho más grande (el cráter Komarov de 130 km de diámetro) en la superficie de la luna. Ambos cráteres comparten algunas similitudes en su estructura a pesar de la gran diferencia de tamaño que hay entre ellos lo que indica también similitudes en sus procesos básicos de formación.
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Cada año, la Tierra barre toneladas de polvo de roca y hielo y otros cuerpos de pocos metros al moverse alrededor de Sol, pero según la estadística, cada 100 millones de años en promedio, algún cuerpo de varios kilómetros choca con ella. Esta estimación se basa en el famoso cráter de Chicxulub de cerca de 200 km de diámetro en la península de Yucatán y en otros cráteres de impactos algo más antiguos de tamaños comparables que se han podido identificar en Sudáfrica y en Canadá; y también en muchos más cráteres de menor tamaño distribuidos por toda la superficie de la Tierra.
Se estima que el cráter de Chicxulub lo produjo un asteroide de unos 10 km que impactó la Tierra a más de 20 km/s hace unos 60 millones de años. En las últimas décadas, se ha detectado un grupo de asteroides de diversos tamaños cuyas órbitas alrededor del Sol pasan muy cerca o aún cruzan la órbita de la Tierra. A estos objetos se les llama “Objetos Cercanos a la Tierra” o NEO, por sus siglas en inglés. Por lo anterior, no es sorprendente que haya gran interés en estudiar las órbitas de los NEO, así como sus tamaños y su composición. Paralelamente se desarrollan proyectos que investigan cómo desviar un NEO antes de que pueda chocar con la Tierra. Un ejemplo es la misión DART de la NASA cuya nave será impactada contra un asteroide para estudiar qué tanto puede desviarlo.
Gracias al estudio de los cráteres de impacto podemos inferir las propiedades físicas de los cuerpos que los produjeron a través estudios geológicos y modelos computacionales apoyados en impactos de laboratorio y cámaras de alta velocidad.
Los cráteres de mayor interés son los de mayor tamaño como el de Chicxulub, sin embargo tales impactos son irreproducibles en un laboratorio, porque las energías asociadas son miles de millones veces más grandes que las energías producidas en explosiones nucleares como las de Hiroshima y Nagasaki. Estas limitaciones han enfocado la investigación en obtener ecuaciones llamadas “leyes de escalamiento”, que permitan extrapolar lo observado en los experimentos de laboratorio a dimensiones planetarias. Hasta ahora, se han derivado leyes de escalamiento usando las velocidades de impacto más altas posibles (>1 km/s), pero un estudiante del Posgrado en Ciencias de la Tierra de la UNAM e investigadores del grupo de Ciencias Espaciales, recientemente pudieron demostrar que es posible obtener leyes de escalamiento con impactos de baja velocidad. Por ejemplo, impactos en arena con proyectiles esféricos de hierro y vidrio de pocos centímetros de diámetro disparados a decenas de metros por segundo con un cañón de aire producen cráteres con formas similares a algunos cráteres de gran escala. El análisis de estos experimentos y cráteres de baja velocidad permite obtener leyes de escalamiento con las que es posible reconstruir el tipo, tamaño y velocidad de un proyectil como el de Chicxulub y prometen ayudar en el análisis de diversos cráteres de impacto de gran escala a un bajo costo.

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