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Oumuamua,
el cometa interestelar

por Alberto Flandes

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Representación artística del cometa interestelar Oumuamua, descubierto por el canadiense Robert Weryk. Sus dimensiones aproximadas son 230mx35mx35m.

El 19 de octubre de 2017, fue detectado el objeto Oumuamua (o Explorador en lengua hawaiana). Fue observado con el telescopio Pan-STARRS de la Universidad de Hawái cuando estaba relativamente cerca de la Tierra (unas 75 veces más lejos que la Luna).
Tres cosas llamaron la atención de este objeto, primero, su inusual forma alargada y aplanada. Segundo, su órbita hiperbólica o abierta, que indicaba un origen extrasolar o interestelar, porque las órbitas de los objetos del sistema solar son elípticas o cerradas. Tercero, a pocas semanas de su avistamiento, Oumuamua empezó a alejarse del sistema solar de una forma acelerada que no podía ser explicada por efectos gravitacionales. Estas tres características fueron motivo de gran especulación y, sobretodo la forma del Oumuamua, echó a volar la imaginación del público no especialista.

A finales de marzo de 2023, J. Bergner, una científica de la Universidad de Berkeley y D. Seligman, un científico de la Universidad de Chicago publicaron un artículo en la famosa revista científica Nature en el que tratan de explicar estas tres características del Oumuamua. Sugieren, como otros especialistas, que este objeto es un cometa interestelar, similar a los cometas que conocemos, que se originó como un planetesimal o embrión planetario en alguna región congelada el espacio interestelar. Sin embargo, añaden que mientras este objeto se acercaba hacia nosotros, la radiación cósmica fraccionó parte de sus moléculas de agua en moléculas de hidrógeno y átomos de oxígeno. Afirman luego, que al entrar al sistema solar y acercarse al Sol, la radiación solar calentó su superficie y sublimó parte de sus hielos, como sucede también con los cometas que conocemos. En este proceso se liberaron, entre otros, los gases del hidrógeno molecular producido por los rayos cósmicos y que, en particular, estos gases de hidrógeno le dieron un impulso extra mientras se alejaba del Sol. Parte de la explicación es que, a diferencia de los hielos cometarios como los de dióxido de carbono o de agua, los hielos de hidrógeno son hipervolátiles porque pueden sublimarse o gasificarse a temperaturas de -259°C o cercanas al cero absoluto.
Otro factor clave en la hipótesis de estos dos autores son los rayos cómicos que son núcleos atómicos que se originaron en algún evento muy energético en alguna parte de la galaxia o fuera de ella, por ejemplo, en una explosión o el colapso de una estrella o quizás en la colisión de dos estrellas. Los rayos cósmicos llegan al sistema solar desde todas las direcciones, pero son en mayor o menor medida desviados por el campo magnético del Sol, que es transportado por el viento solar. Una gran parte de los cometas solares que conocemos están dentro de esta burbuja magnética del Sol, llamada heliosfera, y, por tanto, el flujo de rayos cósmicos que reciben es, en promedio, menor al que recibiría un cometa como el Oumuamua. Sin embargo, alrededor del Sol y fuera de la burbuja magnética solar, existe una población de cometas distribuidos en una cáscara esférica llamada nube de Oort que muy probablemente, experimentan efectos parecidos al cometa interestelar Oumuamua.

Los cometas de la nube de Oort están ligados gravitacionalmente al Sol, pero de ser ciertas las afirmaciones de este artículo, los gases de hidrógeno harían que se alejaran sistemáticamente del Sol, expandiendo la nube de Oort, pero también permitiendo que algunos de nuestros cometas solares se internaran en otros sistemas estelares como lo hizo el Oumuamua en el sistema solar.

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