En el año 2013, un grupo de científicos, principalmente del Instituto de Física Espacial de Kiruna, Suecia, reportó la detección de un enorme torbellino o vórtice en la región opuesta al Sol del planeta Venus, dentro de la llamada estela del planeta. Este descubrimiento se basaba en el estudio de muchas órbitas alrededor del planeta de la nave europea Venus Express (VEX).
Este torbellino cerca de Venus
es sólo parecido en forma a los torbellinos que se
producen en la atmósfera de la Tierra. En la Tierra,
se forman cuando aire caliente se encuentra con
aire frío, pero en el espacio o en la estela de Venus
no hay aire sino una mezcla de iones y electrones que
llamamos plasma.
La estela que tiene Venus se debe a que es un planeta que tiene
atmósfera, pero no un campo magnético como el de la
Tierra. El campo magnético en un planeta hace una gran
diferencia, porque repele al flujo de
partículas que emite el Sol y que llamamos 'viento solar'. Como Venus no tiene
campo, el viento solar interactúa directamente
con su densa atmósfera y parte de ella es
arrastrada por este viento generando una estela
similar a la de los cometas. De hecho, la estela de Venus es una
combinación de material del viento solar y de la
atmósfera venusiana.
Para explicar cómo se forma el gran vórtice en la estela de Venus, dos
científicos del grupo de Ciencias Espaciales de la
UNAM, usando los mismos datos del orbitador VEX, han
propuesto que la diferencia en las velocidades de los
iones y los electrones que componen la estela de Venus
es la culpable de que se genere el gran torbellino o vórtice de
Venus. Estos se mueven con
velocidades distintas, en parte porque los iones son
más pesados que los electrones.
Sin embargo, lo que, en realidad, hace que la
diferencia sea importante es que los iones y los
electrones tienen cargas eléctricas, porque siempre
que una partícula cargada se mueve genera una
corriente eléctrica. El punto clave es que si los
iones y los electrones se movieran a la misma
velocidad, generarían corrientes iguales, pero con
signo contrario que se neutralizarían entre sí. Ese no es
el caso en la estela, así que siempre hay una
corriente.
Otro punto importante es que
cuando hay una corriente eléctrica, se genera un campo
magnético alrededor de ella. que obliga a las
partículas con carga eléctrica, como los iones y
electrones de la estela, a moverse de forma
transversal al campo magnético. En la estela, esto
significa que los iones y electrones en vez de moverse
en una línea recta, son obligados a moverse de forma
espiral como en un torbellino o vórtice.
Aparte de explicar la formación del vórtice, este nuevo análisis,
estudia los cruces individuales de la nave a través
del vórtice
y nos muestra cómo cambia con el paso del tiempo y
con las variaciones en el viento solar.
El mismo estudio de los investigadores de la UNAM, analiza
también datos del orbitador Mars Global Surveyor
(o MGS, una nave enviada a Marte por la NASA), tomados
en la estela de Marte, donde igualmente se observa la
existencia de vórtices similares a los de Venus, pero
menos uniformes, porque aunque Marte no tiene un
campo magnético global, sí tiene un campo magnético
débil e irregular que se percibe en algunas partes de
su superficie y este campo parece distorsionar a los
vórtices de su estela.
Lo más interesante es que los efectos anteriores se podrían dar en la estela de otros cuerpos que guardan condiciones similares a las de Venus y Marte como el planeta enano Plutón o la luna de Saturno, Titán.
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