Hace miles de millones de años, nuestro planeta y Marte compartían una característica muy importante
en términos de habitabilidad planetaria: ambos planetas poseían una atmósfera densa y caliente capaz de mantener agua líquida en su superficie; pero con el paso del tiempo la atmósfera marciana fue cambiando hasta volverse tenue y muy fría como hoy la conocemos. Ahora se sabe que aquella atmósfera marciana primigenia pudo haber sostenido un efecto invernadero como el que en la Tierra originó la vida, tal cual la conocemos actualmente, pero este proceso se fue debilitando conforme el propio material de la atmósfera -principalmente hidrógeno y oxígeno- fue escapando hacia el medio interplanetario (aquel espacio dentro del Sistema Solar). Dicho escape atmosférico pudo haber sido resultado de la erosión del viento solar -flujo de partículas provenientes del Sol- sobre el ambiente planetario, que sería también favorecido por la baja atracción gravitacional que aquel planeta ejerce sobre su entorno.
Estudiar la atmósfera marciana y su erosión, nos puede dar pistas para descifrar qué fue lo que le pasó al planeta rojo y cómo pudo cambiar tanto su atmósfera.
En un estudio realizado en el 2018, científicos de la UNAM y del Swedish Institute of Space Physics, usaron siete años de datos obtenidos por la misión espacial Mars Express para mostrar que las partículas que escapan de la alta atmósfera marciana lo hacen de manera ordenada, es decir, salen a través de canales de escape bien definidos en el espacio que rodea al planeta. Mostraron que para las dos principales componentes de oxígeno que existen en la atmósfera marciana, oxígeno atómico y molecular, hay un mayor flujo de escape de oxígeno molecular al frente del planeta en el lado día (el lado iluminado por el Sol) y en la cola magnética (región elongada de la magnetósfera de un cuerpo celeste formada en el lado oscuro del planeta), mientras que el oxígeno atómico tiende a escapar preferentemente por la región del terminador
y el manto de plasma (región fronteriza de la magnetósfera planetaria a altas latitudes). El por qué las partículas eligen moverse hacia una u otra región, tiene que ver con la energía, velocidad y dirección de flujo de la partícula. Dado que el oxígeno molecular es más lento y requiere de una mayor energía para poder escapar del ambiente planetario, este tiende a quedarse concentrado al frente del planeta y en la cola magnética aún cuando el viento solar arrastra parte de él. Por otro lado, el oxígeno atómico -que es más ligero- puede alcanzar regiones distantes más rápido y por eso se mediría una mayor concentración de esta especie en el manto de plasma.
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